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Semos desiguales

4 octubre 2008

Un día de estos escuché en unas declaraciones, que un señorito comprometido con la causa decía para referirse al conjunto de algunos de sus semejantes: Porque nosotros y nosotras… Él jamas sería ella, pero la estúpida corrección de la visibilidad de género los ilumina.

Sería necesario tener más tiempo, y mucho más genio para dar cuenta de las monstruosidades que suceden cada día. Es la suerte de los pequeños Picios que son difíciles de mirar, pero que comparando su fealdad con las aberraciones faciales de otros, se muestran resultones y aparentes. Algo así le pasa a Zapatero. A mi me gusta por comparación. Miras a Ibarretxe y piensas, ZP es mi hombre, oyes a Rajoy y haces ojitos a nuestro Presidente, sueñas con Esperanza Aguirre y quieres despertarte para desayunar con el prohombre de León. En comparación con sus coetáneos sale casi siempre ganando. Claro que si lo pones junto a Guerra, Felipe, Carrillo, el maduro Fraga, Herrero de Miñón, Tierno Galván, Ignacio Gallego, nuestro Zapatero queda como candidato a una adaptación curricular.

Como ustedes, niños y niñas, sabrán, adaptación curricular es lo que hacen los colegios para que los más torpes concluyan el nivel previsto. Aquí el laissez faire, la mano invisible no deben operar, aquí planes quinquenales, aquí se aprueba por narices. Imaginen que lo obligatorio fuera la estatura. ¡Venga, a estirar enanos! Aquí se mide 1,60. Menos de eso es franquista. Pues con los niveles educativos lo mismo. No significa poner todos los medios para que nuestros estudiantes logren lo que sus entendederas aceptarían sin trabas, sociales, económicas. No, qué va. Qué duda cabe que sería lo correcto y adecuado. Aquí todos somos astronautas porque lo dice el plan parcial. Claro, de pronto te encuentras a tipos con carné de conducir y que llevan años haciéndose las piernas y que bien podrían emparejarse con alguna profesora, intentando aprender unos quebrados que le están vedados por naturaleza. Por supuesto ese esfuerzo inane tiene un coste, que se ve recompensado con títulos de ESO sin aprendizaje. Ustedes, ingenuos pero experimentados en la curva de Gauss, pensarán que ese esfuerzo se hace también para la otra orilla, esos tipos que aprenden con menos horas de dedicación, que demuestran cierta aptitud para la abstracción, para memorizar contenidos, interrelacionarlos y obtener algo nuevo, para esos alumnos, a los que el ritmo de la caravana común se les hace algo pesado, uno pensaría que con el mismo nombre y concepto, se hace una adaptación a su excelencia. No bonitos, no. Esos no molestan porque con la capacitación a veces se correlaciona el sentido de la disciplina y cuando no es así, aprenden rápido que las consecuencias de interrumpir en clase son indeseables y es mejor dejar de acudir a ver como un profesor poco dotado en motivación, enseña a un semejante poco parecido a él mismo, las miserias de la historia, ayudándole a cambiar las cenizas por árboles, el aire caliente por una brisa fresca. Y se quedan en casa escuchando a Pink Floyd. Al final aprobarán y tendrán su ESO blanca y radiante. Con suerte intentarán el Bachillerato.

Ayudamos a los mediocres a serlo un poquito menos, o quizá a no parecerlo ante Europa y ante nosotros mismos y somos incapaces de ayudar a los más bravos del liceo a digerir algo más el mundo para que nos lo puedan regurgitar mejor. Dice Leandro María, que ha vuelto de recoger el chaleco del tinte, que esto le suena un poco nazi. Y no lo es en modo alguno. Claro que hay que tratar de incorporar a la parte izquierda de la campana, esa donde menos suena el badajo, a los niveles de progreso, claro que hay que romper los techos de cristal de familias no universitarias, por supuesto que es obligado dotar a esos individuos de procedimientos para valerse mejor en la vida, pero no se puede ignorar que año tras año, con una regularidad absoluta habrá un porcentaje similar de individuos poco capacitados, como lo hay de rubios y de ojos vagos. Lo eugenésico sería aumentar la media vía exterminio o abandonar a los lentos a su suerte, pero lo estúpido es no favorecer a la parte derecha de la curva –por una vez, the right side- a aquellos que están por encima de la media, a esos tipos que algún día podrán ayudar a sacarnos las castañas del fuego, con sus libros, sus canciones , sus patentes y su energía en todo lo que hacen. No hablo de los genios, como no hablaba de los capirotes. Hablo de sujetos normales por lo numerosos, esforzados, atentos, preocupados, diversos y dispuestos. Convergentes y divergentes. Retraídos y hábiles sociales. Chavales que conocemos, que pasan por nuestros domicilios y que podrían dar más, que son capaces de abarcar más intereses, que deberían ser ayudados a ser aún mejores. Unos tipos que la media no les debe arruinar la vida. Al menos dedicar los mismos esfuerzos para estos que para los otros.

Hablo de la educación pública. Claro, pero también de la concertada tramposa e insolidaria que se paga con dinero público aunque pongan en sus etiquetas el By Appointment To His Majesty, el Sagrado Corazón. Y también para la privada concienciada. Para todos aquellos que quieren que la docencia sea un trabajo motivador y que quieren cuidar un jardín de la mejor forma, pero también presumir de las mejores rosas.

Son estos tipos, aunque aun no lo sepan, los que nos harán sentir más patriotas por ese orgullo de proximidad, los que harán que olvidemos la fertilización de Beloki que dará a luz… como les llamaríamos, nietos de… si ellos son unos hijos de… todos los cretenses deben ser alguna cosa. Porque lo crean o no, son esos muchachos, los más valiosos, los que nos darán alegrías, también a sus compañeros más calmos.

Y todo eso es válido ahora mismo, cada año salen montones de individuos necesarios. Los hay de veinte años, de treinta, de cuarenta, de…  Venga, de cincuenta años también. Es seguro que hay tipos listos, capaces y trabajadores dando vueltas por las plazas, sentándose en los bancos, escribiendo blogs, cuidando hijos, cobrando mil euros, luchando por un crédito, es decir, haciendo cosas normales y algunos podrían compartir sus ánimos, su ingenio, su tesón con todos nosotros en la arena política, en la cosa pública. Están por todos sitios. ¿Por qué nos tenemos que conformar con estos que tenemos? Podemos ahorrarnos algunos jueces, algunos administradores. En Mallorca casi todos. Deberíamos esperar más de nuestros representantes, que no se peleen entre ellos por un viaje aunque sea al espacio exterior; que no digan tonterías, al menos no tantas; que se preocupen de lo importante y no de pijadas; que no se gasten las pelas en inauguraciones babilónicas; que sean francos, que parezcan inteligentes. Vamos que sean buenos en términos absolutos y que su aprecio no sea por eliminación.

No nombro a ninguno. Pero las tías de los incapaces no dejan de tener sobrinos. Los hay a miles. Hagan ustedes un esfuerzo. Pongan algo de su parte en esta merienda de negros. Apúntenlos en una lista y no la pierdan.