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Sin embargo y Sin ambages

26 septiembre 2008

El otro día hablaba de inmediatez. De forma casi omnímoda, se constata en los escritos informales de correos electrónicos, en chats, etc. El rey de la brevedad es el SMS que, en este caso sí, viene condicionada porque la economía de palabras y letras supone un ahorro en céntimos. Mi acusada pátina temporal y mi falta de luces, me impidieron entender bien un escrito de una joven amiga, que ponía al inicio de párrafo Sb, … y seguía con su argumento. Aceptando mi incapacidad para cruzar vocales con consonantes de tanto pedigrí, pedí ayuda a mi hija –en ciertos aspectos más joven que yo, y éste es uno de ellos- para que me descifrara el enigma. Como ella no leía el texto y no me oía bien, propuse una sustitución de urgencia y aventuré un –estúpido, sí, lo reconozco- Sin embargo. Me pareció una aceptable posibilidad para mi ciberRosetta. Mi hija me miró con desprecio y levantando el belfo señaló indignada: Nadie pone sin embargo. Reí ancianamente.

Y cuando hablaba de inmediatez, no solo quería tentar la rapidez de ejecución, la velocidad de tránsito o la necesidad de recompensa sin demora, me refería también a la saludable disposición de encontrar pareceres opuestos, de enfrentar argumentos o simples formas de estar en el mundo. Ese sin embargo es la madre nutricia de todas las polemologías, porque es respetuoso, porque acepta otro punto de vista, porque ofrece, a pesar de lo dicho, una alternativa y, es, sobre todo, honesto porque muchas veces es un apoyo personal a la contradicción del propio discurso. Una objeción, que hace nuestro pensamiento más complejo, más anguloso y que nos prepara para aceptar mejor a los demás.

Si es verdad que, como dice mi hija –aka la jodía niña-, nadie dice sin embargo, habremos perdido ese punto de equilibrio, lógico y necesario, entre opiniones, datos divergentes y explicaciones laterales. También puede ser que la verdad se vaya haciendo más absoluta y que hayamos abierto un paréntesis en la refutación y en la contemplación hipotética, o que, simplemente, los sin embargos hayan alcanzado el nivel de postración de otras palabras y dormiten junto con otros conectores y locuciones que antes enriquecían el lenguaje y que la jibarización del MP3 epistolar ha excluido y desterrado de nuestras vidas.

Yo estaría dispuesto a enterrar esas expresiones antiguas, o rancias si así lo prefieren, si con ellas vaciáramos nuestras mentes de estereotipos, de viejos conceptos y prejuicios y nos llenásemos todos de modernidad y actitud progresista. Te doy un maravedí por tu nacionalismo, tres ducados de a dos por tu cerrazón, ¿me ofreces  un real por mi pesimismo?

Mucho me temo que la modernidad para algunos es poner canciones de ABBA, quizá las confunden con ratings capitalistas ahora que el Standard neocon es más poor que nunca y juegan con sus letras, sus dobles acepciones solamente porque su ejemplar Aznar se deja la misma melenita que los horteras suecos. Y ves a Gallardón que no calculó bien el presupuesto de este año, a pesar de que en el pasado vendió menos y a menor precio, y decide dejar de hacer en prestación y seguir haciendo en IBI. Le ves decía, mirando con ojos de goloso a dieta a Esperanza en su congreso que cada vez es más de ella, fingiendo aceptación y sometimiento. La misma cara de concordia de Soraya al pactar el CGPJ, o la más beatífica de Pons mostrando su faz amable a los electores. A lo mejor modernidad es la indignidad de la elección de jueces para el Constitucional, la proliferación de teatros y auditorios cuando no saben llenar los actuales, la impredecibilidad de las lluvias, colectores asesinos, motores eléctricos con voluntad propia y zarandajas diarias.

Pero sobre todo la modernidad de rancio abolengo, algo que era absolutamente imprevisible, es lo de Díaz Ferrán, de profesión sus paréntesis, que pide flexibilidad laboral. Está bien, los empresarios piden dar trabajo a quienes quieran, eliminar las trabas de Zapatero a los sueldos que ya contendrán ellos la inflación bajando los precios, hacer jornadas adecuadas a las personas, ofrecer más formación y ser más sensato con la seguridad laboral. La verdad no me imaginaba a un socialista utópico en la CEOE. No me extraña que estén de él hasta el gorro sus compañeros: venga y venga a hablar de derechos de los trabajadores. ¡Y es que cómo son los compañeros! Al que acaban de fumigarse firmó actas de asambleas no celebradas junto a Cuevas, un jefe de empresarios asalariado con 14 pagas.

Al menos no ponen a las victimas como parapeto. Ahora la tontería aparece porque el escenario de la catástrofe no estaba limpio y los familiares podrían sentirse afectados. Así no se pueden dar noticias, ni videos, ni muchos detalles. Si hubieran limpiado inmediatamente hubiera sido para silenciar las culpas de Fomento o por interés de las aseguradoras. No sé como no utilizan, para no ver, la doctrina Rouco Varela que dice en relación a la presencia de crucifijos en las tomas de posesión: “Si la reforma implica que los católicos no pudieran jurar sus cargos ante un crucifijo, no sería aceptable. El crucifijo pertenece a la historia y a la cultura de España. Siempre hay minorías que se ofenden por todo, pero la presencia del crucifijo es masiva en todos los pueblos, así que o se destruye España para quitarlos, o cierran los ojos.»

Hay que reconocer que sigue el mandato bíblico. Si algo te escandaliza, arráncate los ojos. Se lo recordaremos.

Para terminar de otra forma y para dar la bienvenida al fin de semana, lo haré como empecé. Con mi hija. Mientras comía con ella le dije  “- sales en el blog” Me miró sobresaltada y lanzó retadora “- Habrás dicho que he aprobado” Y volví a reír. Como un chaval. Empieza la aventura de la Universidad en octubre. Queda dicho. Y yo satisfecho. Sin ambages.